El gen emprendedor es parte del ADN de Guibert Englebienne desde su nacimiento. A sus 12 años comenzó a programar y crear todo tipo de productos, desde videojuegos hasta soluciones tecnológicas para el hogar. Antes de cofundar Globant (a los 36 años de edad), Guibert ya había participado en el desarrollo de seis compañías diferentes, aprendiendo tanto de los éxitos como de los fracasos.
Con el paso de los años, en 2002 (plena crisis económica y política en Argentina) Englebienne comenzaba a concretar la idea que tenía junto con tres amigos (Martín Migoya, Martín Gonzalo Umaran y Néstor Nocetti): desarrollar una empresa de ingeniería de software y tecnología de la información. Finalmente Globant fue fundada en 2003 y hoy cuenta con 50 centros de desarrollo y gestión de clientes a lo largo de 35 ciudades en 16 países y emplea a más de 16.250 profesionales.
Cotiza en la Bolsa de Nueva York desde 2014. En julio de 2020 su capitalización alcanzó los U$S 6.500 millones. Pasó de una inversión inicial de U$S 5.000, a más de U$S 814 millones de ingresos en 2020. Hoy está valorada en U$S 7.676 millones.
Actualmente, Englebienne es presidente de Globant para América Latina y de las divisiones Globant X y Globant Ventures. Es responsable de analizar y desarrollar nuevos modelos de negocio que impulsen a la compañía en el futuro, incorporando las últimas tendencias en tecnología para dar soluciones globales.
Es, a su vez, presidente de Endeavor Argentina, cuyo principal objetivo es encender el espíritu empresarial en la nueva generación. Pero el camino no fue fácil. En entrevista con AméricaEconomía habla sobre las dificultades, desafíos y principales características del emprendedor argentino.
– Me imagino que en todo el camino recorrido tendrá alguna anécdota que refleje el espíritu del emprendedor argentino.
-Tengo muchas, pero hay una que es mi favorita. En 2014 se nos abre la ventana para poder hacer la IPO (oferta pública inicial). Lo más importante para un argentino ese año era la Copa Mundial de Fútbol. Yo había comprado los tickets para ver el partido de Argentina contra Bélgica, en Brasilia. Con uno de mis socios pensamos ver el partido y luego ir a Nueva York para empezar el roadshow. Nos subimos a un avión de Aerolíneas Argentinas con todos los hinchas, así fue que empezamos a cantar desde el momento que embarcamos.
El partido era el sábado y el lunes comenzaba la gira. Pero habíamos hecho algo que rompía todos los moldes y formalidades. Durante los roadshows los empresarios se reúnen con varias personas. Nosotros tuvimos 90 reuniones en dos semanas. Pero hay muchos inversores que no logran conocer a los fundadores y por eso se les muestra un video. Luego un analista les hace una recomendación y el inversionista decide si invertir o no. Nosotros, viniendo de tan lejos y teniendo una compañía tan basada en lo intangible, queríamos transmitir esa vibración que se siente al trabajar en Globant. Por eso hicimos un video con mucha música, mucho color, con gente trabajando y encima de esas imágenes contábamos la historia de nuestra compañía tratando de convencer al inversor.
Cuando los banqueros vieron ese video nos dijeron que no servía. Y nos mostraron cómo eran los típicos videos de un roadshow. Recuerdo que había una persona con corbata relatando un PowerPoint, muy aburrido. El domingo que llegamos a Nueva York los organizadores habían montado un estudio para realizar una nueva filmación en JP Morgan. Quería crear un video similar a los que solían mostrar. Nosotros no queríamos hacerlo y como estábamos un poco afónicos por el partido se nos ocurrió ponerlo como excusa. Les dijimos que no podíamos hacer de nuevo el video porque no podíamos hablar. Y terminamos saliendo al roadshow con el nuestro. Nuestro plan funcionó. El video fue un hit, generó un muy buen impacto.
Lo interesante en ese roadwhow fue descubrir que Mercado Libre ya había pavimentado el camino, generando una historia de credibilidad muy importante. Luego, lo mismo nos dijeron los fundadores de Despegar sobre la experiencia que los inversores tuvieron con nosotros.
Argentinidad a tope
– Esta anécdota tan argentina me da el pie para preguntarle: ¿qué diferencias tiene el emprendedor argentino con respecto al de los otros países?
-Argentina es un país con una alta inmigración que tiene una cultura muy emprendedora. Es un mercado pequeño que tiene personas con ambiciones globales. Si lo comparamos con Brasil o México, el mercado local de estos países es suficientemente atractivo como para que los emprendedores se sientan cómodos y no salgan a buscar otros mercados. Esa creo que es una gran diferencia.
Dentro de los emprendimientos que han logrado tener éxito en Argentina hemos encontrado grandes equipos que logran desarrollar una oportunidad a lo largo de diferentes jurisdicciones. Ese es un trabajo que normalmente en muchas empresas no hacen. Si se observa, por ejemplo, Estados Unidos. Allí tienen muchos emprendimientos que luego son copiados en otras geografías. Esto sucede porque se toman mucho tiempo en salir de sus mercados e ir a capturar otros. En ese sentido, el argentino desde el inicio de su proyecto ya lo piensa global.
En nuestro primer business plan tenía una sola línea y decía: “No vamos a vender ni en Argentina ni en Latinoamérica. Vamos a vender en el Reino Unido y Estados Unidos”. Esa afirmación estaba muy asociada a lo que sucedía por aquel momento. En esa época el 75% de la demanda mundial de tecnología venía de estos países. Acababa de producirse la explosión de la burbuja de internet, pero las compañías seguían invirtiendo en tecnología y lo hacían en empresas que estaban ubicadas en lugares remotos, donde había mucho talento.
-¿Cuándo comenzaron, las empresas del exterior, a interesarse por el talento argentino?
-El “problema del año 2000” o “efecto 2000” obligó a que muchas empresas deban recurrir a talento de la India para resolverlo en tiempo y forma. Eso provocó que muchos se convencieran de que se podía trabajar a la distancia con personas de diferentes lugares y así comenzaron a buscar talentos en otros países.
Las empresas, especialmente de Estados Unidos y Reino Unido, consumen casi todos los servicios de tecnología alrededor del mundo y cada vez más países empiezan a darse cuenta de que el juego es diferente. Argentina se dio cuenta de esto rápidamente. Logró pasar de un modelo agroindustrial, a uno de economía del conocimiento. Este cambio reconoce que nuestro gran recurso no es el natural, si no el que tenemos entre las orejas. Eso nos permite encontrar una oportunidad en el mundo para ir a buscar.
Cuando nos conectamos con Estados Unidos y Reino Unido nos sorprende encontrarnos con un mercado meritocrático y ultra competitivo, donde si haces las cosas bien, te va bien. Nos hemos dado cuenta de que te eligen por ser bueno, sin importar de qué país eres. Y eso te obliga a poner un gen de ultracompetitividad dentro de tu ADN corporativo.
En Argentina observamos mucho las ventanas de oportunidad. Si tenemos un tipo de cambio competitivo, entonces salimos a exportar. Si se nos cierra esa ventana, nos quedamos adentro por varios años.
-¿Cómo logra un emprendedor argentino llegar a los mercados internacionales?
-Creo que una de las características de Argentina es que tenemos una cultura muy poco verticalista. Por eso nos animamos a desafiar mucho las reglas. No creemos en el “no se puede”. Estamos muy convencimos de que podemos ir al mundo, competir y ganar. Eso es un punto a favor.
Hay un indicador que se llama Power Distance Index (Índice de Distancia de Poder), que mide cuál es la percepción de distancia entre una persona y su jefe. En Argentina es una distancia bastante corta. O sea, las personas están acostumbradas a desafiar. Lo mismo pasa en Estados Unidos. De hecho, tenemos un índice bastante parecido. Creo que ese indicador juega un rol muy importante también. Pero más allá de eso considero que hay una cuestión fundamental: el trabajo en red de todos los emprendedores argentinos.
Círculo virtuoso del éxito
-¿Qué características tiene el ecosistema emprendedor argentino?
-Tenemos un ecosistema realmente vibrante gracias a que los emprendedores están muy involucrados en trabajar con otros emprendedores para ayudarlos a resolver sus temas. Eso lo vemos mucho en Endeavor. Allí vemos que la mayoría del directorio está conformado por emprendedores que participan, ponen el cuerpo, el tiempo y hasta dinero para colaborar.
Endeavor ha catalizado una red muy interesante donde se han forjado amistades, se han compartido valores y donde cualquier integrante puede levantar el teléfono y hablar con otro. El emprendedor se siente parte de una red y no “servido por la red”.
Lo primero que un emprendedor vive en Endeavor es que recibe ayuda, pero en algún momento el formar parte de la red te forja, se hace ser quien eres. Cambia tus expectativas, te hace pensar en grande, y te pone en una posición en la cual estás obligado a generar una historia que realmente merezca ser contada. Te hace soñar más grande.
Yo digo que Endeavor es al emprendedor lo que la cabina telefónica es a Clark Kent. Te pones un traje de superhéroe que tienes que llenar. Vas creciendo dentro de ese disfraz y, eventualmente, cuando pasa el tiempo te das cuenta de que Endeavor lo que está haciendo es crear una nueva generación empresaria. Esta asociación se nutre de determinados valores, establece determinados vínculos de confianza y permite que 20 años después te encuentres con que muchos de los empresarios más relevantes del país son emprendedores Endeavor. Es un trabajo a largo plazo, pero es necesario que el emprendedor se involucre y logre ese compromiso con sus pares.
– ¿Cuán importante es tener el apoyo de otros emprendedores y contar con un ecosistema consolidado?
-Es fundamental. Me acuerdo de que en 2007 teníamos una oferta de inversión y otra para comprar nuestra compañía. Una de las cosas que aprendí es que si quieres tener una gran compañía debes pensar en el largo plazo. Muchos emprendedores se tientan cuando reciben la primera oferta de compra de su compañía porque piensan que todo lo que les sucedió fue fruto de una casualidad. Creen que deben tomar el dinero y salir corriendo para nunca más volver a emprender. Nosotros, en aquel momento, decimos no vender.
La oferta de inversión era de Riverwood Capital, fondo liderado por Michael Marks. Él se puso en nuestros zapatos y nos dijo: “Esto no es todo o nada. Ustedes pueden llevar algo de dinero a sus casas y vivir más tranquilos, pero al mismo tiempo seguir apostando en hacer crecer su proyecto”. Esas palabras nos hicieron abrir los ojos y entender que había otra forma de emprender, pensando en el largo plazo.
Por eso siempre nos gusta tener buen proyecto por delante. Siempre nos ponemos una meta antes de llegar al objetivo anterior. Eso se evidenció cuando vimos que Mercado Libre salió a la Bolsa.
Me acuerdo el día que vino uno de mis socios y me dijo que teníamos que salir a la Bolsa, también. Nos sentamos con Galperin (de Mercado Libre) para ver cómo podíamos hacerlo. Él nos dijo: “Es como ser Martín Vassallo Argüello [tenista argentino que por aquel momento daba sus primeros pasos en torneos internacionales] en el vestuario de Wimbledon. Estás entre los grandes”. Realmente fue inspirador y empezamos a trabajar ese proceso que nos llevó siete años.
Lo que quiero decir es que contar con ejemplos cercanos a los que se puede llamar, conversar y compartir experiencias es muy importante y estimulante para los emprendedores. En Endeavor nos ayudamos unos a otros y, eventualmente, empezamos a generar una reacción en cadena.
Entre la devaluación y la crisis
– Pero el camino no es fácil para los emprendedores, y menos aún para los argentinos. ¿Cuáles son las complicaciones que deben sortearse a la hora de emprender?
-Creo que en Argentina tenemos mucho trabajo por recorrer para hacerle la vida más simple a los emprendedores. Tenemos un altísimo grado de informalidad y es necesario hacer un esfuerzo para que los emprendedores encuentren un camino accesible para hacia la formalidad.
Además, nos hemos dado cuenta de que en lugar de ser una compañía exportadora tenemos que ser una compañía global. Estas son más capaces de tolerar los vaivenes que se viven en cada país. Creo que en ese sentido los unicornios son compañías que han logrado convertirse en globales.
– ¿La devaluación de la moneda argentina con respecto al dólar, es una ventaja o dificultad?
-Hoy es una dificultad porque si bien hay un tipo de cambio que parece ser atractivo después el movimiento que debe realizarse para ingresar o sacar dinero es tan complejo que no ayuda al emprendedor. Por otra parte, quiero resaltar que no debería ser así, es más fácil la vida cuando no debes perder tiempo en pensar en esas cuestiones.
– ¿Cómo logra un emprendedor llegar a fondos de inversión internacionales?
-Para buscar inversión lo mejor es generar un emprendimiento que tenga atracción. De todas maneras, al arrancar un emprendimiento no buscaría inversores. Trataría de emprender con ahorro de amigos, mis ahorros y utilizar el dinero que consiga para lanzar mi proyecto. Cuando la empresa funciona y es atractiva es mucho más fácil conseguir inversionistas, en lugar de intentar hacerlo mostrando sólo una presentación.
Otro punto importante es conocer el territorio donde operará la compañía. Muchos emprendedores creen que hasta que no levanten capital y se muden al Silicon Valley no van a ser exitosos. Pero ¿para qué quieren instalarse en allá si conocen, mejor que nadie, su territorio? Conocen su país, las capacidades que tiene, y están dispuestos a desarrollar proyectos que tal vez alguien del exterior no haría.
Nosotros, por ejemplo, organizamos talento en ciudades pequeñas a las cuales ninguna multinacional iba a llegar. Por eso digo que es muy importante empezar en tu territorio, porque lo conoces de una manera única. A Amazon se le hizo muy difícil triunfar en América Latina y en China, donde hay otros jugadores de e-commerce que son mucho más locales y que conocen mejor su país.
– ¿Qué otros consejos daría a los emprendedores de la región?
-Deben estar dispuestos a empezar a trabajar en diferentes lugares, países y ciudades. Los estadounidenses lanzan una aplicación y es un éxito en su territorio. Si quieren expandirse sólo van a algunos territorios grandes. El termostato de Google, Nest, por ejemplo, sólo funciona en países desarrollados. Eso a un emprendedor local no le sucede nunca. Entonces les recomiendo, en primer lugar, que vayan a muchos lugares, pero que sean sitios donde otros no irían.
En segundo lugar, les sugiero que se piensen en global, no en exportador. Luego les aconsejo buscar una gran oportunidad y un buen equipo para poder perseguirla. Si vas a hacer algo grande no puede ser una oportunidad pequeña, tiene que ser una oportunidad muy grande. Y para poder atacarla vas a necesitar tener un gran equipo al lado. Eso es clave.
Por último, les digo que nada grande se construye en el corto plazo. Es importante siempre tener un norte muy ambicioso para unir a tu equipo hacia esa dirección.