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Cónclave Papal: Proceso de Elección del Nuevo Papa

La elección del Santo Padre se lleva a cabo mediante un cónclave, una ceremonia instaurada en 1274 que permite que los cardenales de la Iglesia Católica seleccionen de manera democrática al nuevo Papa. Este proceso no solo es de suma importancia para los fieles católicos, sino también para el ámbito internacional, ya que el Papa se erige como la máxima autoridad de la Iglesia y tiene influencia en diversas áreas, incluyendo lo social y lo político. En este sentido, la elección del nuevo Pontífice representa un acontecimiento significativo, ya que da inicio a una nueva era dentro de la Iglesia y puede influir en las relaciones entre países y en la opinión pública a nivel global.

El cónclave se convoca 15 días después de la muerte o renuncia del Papa, aunque puede anticiparse si todos los cardenales electores están presentes en Roma. Actualmente, el Colegio Cardenalicio cuenta con 223 miembros, pero solo 123 de ellos son electores, debido a la restricción de edad que establece que solo aquellos menores de 80 años pueden participar en la votación. La última elección de un Papa, la de Francisco, se llevó a cabo bajo estas normas y protocolos rigurosos que aseguran la integridad del proceso electoral, una medida que ha ganado mayor relevancia después de la renuncia sin precedentes de Benedicto XVI.

La ceremonia del cónclave está llena de tradición y rituales que tienen lugar en la histórica Capilla Sixtina. Comienza con una misa Pro eligendo Papa, donde los cardenales suplican por la iluminación del Espíritu Santo. Posteriormente, se produce la votación en un ambiente de estricta confidencialidad, prohibiéndose el uso de dispositivos electrónicos y la comunicación externa. De hecho, la palabra «cónclave» proviene del latín con clave, reflejando el hermetismo y el secreto que rodea la elección del nuevo Sumo Pontífice. Durante estos días, los cardenales se someten a un proceso de discernimiento espiritual, priorizando la búsqueda de un liderazgo acorde a la voluntad divina.

El proceso de votación puede ser extenso, cumpliendo con un protocolo específico que requiere una mayoría de dos tercios para ser elegido el nuevo Papa. Si las votaciones se extienden más de varios días, se puede optar por un sistema de elección por mayoría absoluta a partir de la trigésima ronda. Sin embargo, cada voto es un acto confidencial donde cada cardenal propone al elegido según sus convicciones personales y la creencia de que es el designado divino. A medida que se realizan las rondas, la figura favorita comienza a acercarse a la elección, todo sin revelación pública de los resultados.

Finalmente, al ser elegido el nuevo Papa, la gran noticia se comunica al mundo a través de una fumata blanca que emana de la chimenea de la Capilla Sixtina, simbolizando la conclusión del cónclave. Después de este histórico momento, se realiza un juramento de obediencia por parte de los cardenales y se convoca al elegido para aceptar el cargo y elegir su nombre papal. El evento culmina en la Plaza de San Pedro, donde el cardenal protodiácono presenta al nuevo pontífice con el famoso «Habemus papam», seguido por la primera bendición, Urbi et Orbe, que estrecha los lazos entre el nuevo Papa y los fieles presentes, marcando así el inicio de su ministerio.

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