La llegada de Ballerina, el tan anticipado spin-off del universo de John Wick, ha generado un gran revuelo entre los fanáticos de la franquicia, principalmente por la incorporación de una protagonista femenina, interpretada por Ana de Armas. Aunque la película cumple con ciertos estándares estéticos y de acción que se esperan de este universo, ha dejado un sabor amargo debido a decisiones narrativas que han frustrado a la audiencia. Este es el caso del personaje de Lena, interpretado por Catalina Sandino Moreno, cuya historia es presentada con un gran potencial pero que finalmente se diluye en el guion, convirtiéndose en un simple apunte dentro de una narrativa que clamaba por darle más peso emocional y desarrollo.
Desde los primeros compases de la película, se establece que Eve, la protagonista, tiene una hermana mayor, un dato que se convierte en un «arma de Chejov». Sin embargo, a medida que avanza la trama, nos damos cuenta de que la promesa de una revelación impactante se queda en meras palabras sin sustancia. Lena aparece en contadas ocasiones, simplemente para gestionar un par de diálogos pasajeros que carecen de impacto emocional. En un universo que ha sabido explorar profundamente el duelo y el sacrificio, la muerte de Lena ocurre de manera desapercibida y sin el peso dramático que una historia como la de los Wick debería justificar. Esta falta de desarrollo empobrece tanto su personaje como la narrativa de la película.
El potencial que tenía Lena como personaje se refleja en la relación conflictiva que podría haber existido con Eve. Las preguntas sobre por qué una hermana fue salvada y la otra no, o cómo sobrevivió Lena en el culto que las separó, quedan sin respuesta, desdibujando el drama esencial que podría haber enriquecido la historia. La escasa interacción entre las hermanas resulta insuficiente y, aunque la línea «Nuestra madre pagó el precio por lo que hizo nuestro padre» debería resonar fuertemente, no logra impactar precisamente por la falta de una construcción adecuada de la relación. John Wick siempre se ha caracterizado por mostrar más de lo que dice, y esta omisión es un desliz que Ballerina no puede permitirse.
Además, el atractivo visual de la saga se ve mermado en Ballerina. La mitología del culto que aterroriza a las hermanas se presenta de manera superficial, sin contexto ni simbolismo que tienda un hilo narrativo fuerte. En las entregas anteriores, cada movimiento y decisión estaban impregnados de significado, lo que motivaba a los espectadores a invertir emocionalmente en la historia. Sin embargo, el enfoque vago en la construcción del antagonismo en Ballerina resta fuerza no solo a Lena, sino también a la narrativa que debería haber resonado en el mismo nivel que las obras anteriores de la franquicia.
Finalmente, es un verdadero descontento que Ana de Armas, cuya actuación es digna de aplauso, no reciba el apoyo narrativo necesario para que su papel brille como merece. Mientras que la película presenta un ritmo acelerado que sacrifica el desarrollo emocional, la conexión entre las hermanas nunca llega a profundizarse, lo que hace que su desenlace no tenga el efecto devastador que podría haber tenido. De este modo, aunque Ballerina plantea una serie de buenas ideas y un trío de personajes interesantes, se queda corta al momento de ofrecer un tratamiento narrativo que permita explorar historias de dolor, conflicto y pérdida, dejándonos a todos con la sensación de que Lena merecía mucho más de lo que se le ofreció en el desenlace.




